¡QUÉ VIVA MUCHOS AÑOS MÁS EL IMSS!

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POR ZOÉ ROBLEDO ABURTO,

DIRECTOR GENERAL DEL INSTITUTO MEXICANO DEL SEGURO SOCIAL

 

Muy buenos días a todas y a todos, secretaria, secretarios, a los médicos ilustres que hoy nos acompañan aquí, integrantes del consejo técnico, representación del sindicato, doctor Olivares, al cuerpo directivo del IMSS, compañeras y compañeros del sector salud.

El día martes 19 de enero del año del 1943, en la sección primera del Diario Oficial, se publicó un decreto en el que se aceptaban los derechos y obligaciones asumidos por México en la Conferencia Internacional Telegráfica y Telefónica celebrada en El Cairo, otro decreto que concedía prerrogativas a los barcos, hidroaviones de guerra y navíos de patente de corso que desearan arribar y fondear en aguas y puertos mexicanos, siempre y cuando pertenecieran a los países que contribuían a la defensa de América, y en su sección segunda la Ley del Seguro Social.

Con este acto, el Ejecutivo federal reconocía la existencia de una ley y ordenaba su cumplimiento, pero para que esa ley se publicara, un día como hoy de hace 80 años, una infinidad de obstáculos fueron superados, y para que se cumpliera también.

Desde 1906 los hermanos Flores Magón en los puntos 25 y 27 del programa del Partido Liberal Mexicano planteaban obligar a los dueños de minas, fábricas y talleres a mantener las mejores condiciones de higiene en sus propiedades, prestar seguridad a la vida de los operarios y pagar indemnización por accidentes de trabajo.

Al aceptar la candidatura a la Presidencia en 1910, Francisco I. Madero planteaba la necesidad de leyes para asegurar pensiones a obreros mutilados en la industria y pensionar a sus familiares cuando estos perdían la vida al servicio de alguna empresa.

Y así en la Revolución Constitucionalista, en la Soberana Convención de Aguascalientes, el ideal de mejorar la vida de los trabajadores a través de la seguridad social estaba ahí presente, pero lejano de materializarse.

Lo más cercano ocurrió, quizá, en Veracruz, en 1914, cuando el gobernador Cándido Aguilar obligó a los patrones a cubrir asistencia de médicos, medicinas y alimentos a los obreros enfermos, así como pagarles el salario que tuvieran asignado cuando fueran víctimas de algún accidente de trabajo.

En la Constitución de 1917 la seguridad social se establece en el artículo 123, que la consideraba de utilidad social, y se encarga a los gobiernos a fomentar la organización de instituciones de esta índole.

La esperanza que despertaba la implementación del Seguro Social era tal y tenía tal fuerza que muchos aspirantes a la Presidencia la utilizaban en sus campañas, lo mismo el grupo de obregonistas que en la campaña reeleccionista de 1927 se agruparon en el Partido de Previsión Social, cuya principal bandera era justamente el establecimiento del Seguro Social en todas sus formas.

Lo mismo José Vasconcelos, en su postulación de 1929, cuando ofreció dedicar empeño preferente a organizar la prevención y la previsión social creando una institución nacional de seguros.

En 1931, el presidente Pascual Ortiz Rubio expidió la primera Ley Federal del Trabajo. En enero de 1932 determina un periodo, un plazo de siete meses para expedir la Ley del Seguro Social Obligatorio. El plazo llegó y Ortiz Rubio había dejado de ser presidente.

Luego de un tercio de siglo de escarceos políticos, llegó a la Presidencia el más decidido promotor del Seguro Social, el general Lázaro Cárdenas. Decidido a poner en práctica el Plan Sexenal, el 1º de enero de 1935 comienza un estudio y ordena muchas de las propuestas previas y por primera vez se vislumbra una institución como la que hoy conmemoramos, un Seguro Social único y obligatorio, que prevendría y contrarrestaría los riesgos por enfermedades profesionales y accidentes de trabajo, que atendería a la maternidad, la vejez, la invalidez, establecido como un servicio descentralizado del Estado bajo el nombre de Instituto de Seguros Sociales, financiado de manera tripartita, sin fines lucrativos y de composición mixta a través de la representación del Estado, de los asegurados y de los empleadores.

El 31 de marzo de 1938, Cárdenas encarga al licenciado Ignacio García Téllez, entonces secretario de Gobernación, el proyecto para el establecimiento del Instituto Mexicano del Seguro Social. Sin embargo, el surgimiento del bloque conservador como reacción a la política cardenista, al ejido, a la expropiación de los ferrocarriles y del petróleo, contribuyó también a que esta iniciativa se congelara en la Cámara de Diputados.

Por eso la publicación del decreto del general Manuel Ávila Camacho hace 80 años no supuso tampoco la puesta en operación inmediata del Seguro Social. En la segunda quincena de marzo de 1943, el primero director del IMSS, Vicente Santos Guajardo, anunciaba que el IMSS iniciaría su funcionamiento en el entonces Distrito Federal el 1º de enero de 1944.

En el ensayo biográfico Ignacio García Téllez, ideólogo desconocido del cardenismo, del doctor Luis Medina Peña, narra un momento fundamental de esta historia, una conversación que cambió la historia de nuestro país.

García Téllez había renunciado a la Secretaría del Trabajo en mayo de 1943 y a finales de ese año, en diciembre, es citado por el presidente Ávila Camacho, que lo recibe con una pregunta: 

—¿Qué dice su ilusión por el Seguro Social, licenciado?

—Señor presidente, ya renunció el licenciado Santos Guajardo desilusionado.

—Bueno, ahí tiene usted la oportunidad de realizar sus sueños del Seguro.

—Señor presidente, con las cosas como van lo creo difícil.

—Licenciado García Téllez, yo soy el presidente y le doy mi palabra que lo apoyaré. Se me ha atacado de conservador, pero al organizar y poner en marcha al Seguro dejaré una obra de trascendencia en materia social que salvará a mi gobierno ante la posteridad. Así que, señor licenciado, usted me responde.

—Entonces, señor presidente, vamos a fundar al Seguro Social en México.

Pocas semanas después, de gira por Veracruz, Ávila Camacho declara tajantemente:

‘La aplicación del Seguro Social no se detendrá por ninguna circunstancia. Se implementará en la capital y lentamente, pero de manera firme, se irá extendiendo a todo el país’.

El resto es la historia de los 80 años del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Señoras y señores:

La historia de México es la historia de sus transformaciones, la historia de sus ideas, sus ideales y de las instituciones que los materializan. De la Independencia vino el decreto de abolición de la esclavitud de Vicente Guerrero; de la Reforma el Código civil, el establecimiento de la República, el Estado laico, la separación de poderes y las garantías individuales; de la Revolución el reparto agrario, el ejido, la escuela rural, los sindicatos y el Seguro Social. Ideas convertidas en instituciones, instituciones que sirvieron para cambiar la vida de las personas, para pacificar al país y unirlo alrededor de un proyecto de sociedad justa y solidaria.

En ese proceso histórico se enmarca el IMSS, de los anhelos revolucionarios para garantizar el derecho humano a la salud, la asistencia médica, la protección de los medios de subsistencia y los servicios sociales necesarios para el bienestar individual y colectivo.

Las grandes transformaciones, los cambios profundos que cambian la vida de las personas nunca están exentos de incomprensiones, nunca están exentos de resistencias. Las ideas, por más que les haya llegado su tiempo, no se hacen realidad sin voluntad, esa capacidad para aplazar la recompensa.

La consciencia de la trascendencia histórica de lo que hacemos, saber continuar con determinación y un propósito firme, la difícil y valiente decisión de tomar un rumbo y no cambiarlo, eso es el IMSS a sus 80 años, la férrea voluntad de contar con una institución del Estado que protege al pueblo de México.

Y ha estado el IMSS con toda su gloria y toda su voluntad llenando páginas de esperanza y de orgullo, pero también superando momentos difíciles, sismos, huracanes, crisis económicas, desinversión, intentos de privatización, el vendaval neoliberal y también la pandemia, y siempre el Seguro Social ha salido adelante, evocando al águila que nos representa e identifica, ese mito de renovación que ante un escenario adverso plantea la necesidad de transformarse, pero no sólo para sobrevivir, sino para evolucionar, para crecer para perdurar en el tiempo, para seguir abrazando a la madre que abraza al niño y alimenta a su hijo.

Retirado de la política, García Téllez redacta 10 mandamentos para su gobierno personal; entre ellos, dos: la lealtad como la fuente de todas las virtudes y el secreto de la felicidad, el íntimo goce del deber cumplido.

Señor presidente:

El Instituto Mexicano del Seguro Social, que surgió de la Revolución, acude a su llamado histórico de contribuir a los propósitos de la Cuarta Transformación, a sus 80 años extender sus alas y abrazar a todos los mexicanos y mexicanas en los momentos de incertidumbre y de enfermedad.

Ochenta años y el IMSS está en su mejor edad, en la edad en la que se dejan de cumplir años y se empiezan a cumplir sueños, uno en particular: la universalidad del acceso a la atención médica oportuna, de calidad, por el simple y glorioso hecho de nacer mexicana o mexicano, el IMSS para los que no tienen IMSS.

Si en los primeros años García Téllez recibió todo el respaldo del presidente para salvar este proyecto cardenista, hoy son las decisiones, el apoyo y la confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador las que mantienen al IMSS de pie con posibilidades de anunciar que su mejor etapa está en el porvenir.

¡Que viva el Instituto Mexicano del Seguro Social 80 y muchos, muchos años más!

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